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miércoles, 7 de diciembre de 2011

Francisco de Quevedo - Soneto


Señor don Juan, pues con la fiebre apenas

se calienta la sangre desmayada,

y por la mucha edad, desabrigada,

tiembla, no pulsa, entre la arteria y venas;


pues que de nieve están las cumbres llenas,

la boca, de los años saqueada,

la vista, enferma, en noche sepultada,

y las potencias, de ejercicio ajenas,


salid a recibir la sepultura,

acariciad la tumba y monumento:

que morir vivo es última cordura.


La mayor parte de la muerte siento

que se pasa en contentos y locura,

y a la menor se guarda el sentimiento.