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martes, 24 de febrero de 2009

Habrá un día ...



Famosa canción del cantautor aragonés José Antonio Labordeta.

Es extraoficialmente el Himno de Aragón, aunque las autoridades se empeñen en lo contrario.


Habrá un día en que todos
al levantar la vista
veremos una tierra
que ponga LIBERTAD

Hermano, aquí mi mano
será tuya en mi frente
y tu gesto de siempre
caerá sin levantar
huracanes de miedo
ante la LIBERTAD

Haremos el camino
en un mismo trazado
uniendo nuestros hombros
para así levantar
a aquellos que cayeron
gritando LIBERTAD

Habrá un día en que todos
al levantar la vista
veremos una tierra
que ponga LIBERTAD

Sonarán las campanas
desde los campanarios
y los campos desiertos
volverán a granar
unas espigas altas
dispuestas para el pan

Para un pan que en los siglos
nunca fue repartido
entre todos aquellos
que hicieron lo posible
por empujar la historia
hacia la LIBERTAD.

Habrá un día en que todos
al levantar la vista
veremos una tierra
que ponga LIBERTAD

También será posible
que esa hermosa mañana
ni tú, ni yo, ni el otro
la lleguemos a ver,
pero habrá que empujarla
para que pueda ser.
Que sea como un viento
que arranque los matojos
surgiendo la verdad
y limpie los caminos
de siglos de destrozos
contra la LIBERTAD.

Habrá un día en que todos
al levantar la vista
veremos una tierra
que ponga LIBERTAD.

José Antonio Labordeta Subías

lunes, 23 de febrero de 2009

Ellos, los vencedores

Un español habla de su tierra

Las playas, parameras
Al rubio sol durmiendo,
Los oteros, las vegas
En paz, a solas, lejos;
Los castillos, ermitas,
Cortijos y conventos,
La vida con la historia,
Tan dulces al recuerdo,
Ellos, los vencedores
Caínes sempiternos,
De todo me arrancaron.
Me dejan el destierro.
Una mano divina
Tu tierra alzó en mi cuerpo
Y allí la voz dispuso
Que hablase tu silencio.
Contigo solo estaba,
En ti sola creyendo;
Pensar tu nombre ahora
Envenena mis sueños.
Amargos son los días
De la vida, viviendo
Sólo una larga espera
A fuerza de recuerdos.
Un día, tú ya libre
De la mentira de ellos,
Me buscarás. Entonces
¿Qué ha de decir un muerto?

Luis Cernuda

domingo, 22 de febrero de 2009

A la vora del mar


A la vora del mar. Tenia
una casa, el meu somni,
a la vora del mar.

Alta proa. Per lliures
camins d’aigua, l’esvelta
barca que jo manava.

Els ulls sabien
tot el repòs i l’ordre
d’una petita pàtria.

Com necessito
contar-te la basarda
que fa la pluja als vidres!
Avui cau nit de fosca
damunt la meva casa.

Les roques negres
m’atrauen a naufragi.
Captiu del càntic,
el meu esforç inútil,
qui pot guiar-me a l’alba?

Ran de la mar tenia
una casa, un lent somni.

A la orilla del mar. Tenía
una casa, mi sueño,
a la orilla del mar

Altas proa. Por libres
caminos de agua, la esbelta
barca que yo guiaba.

Los ojos conocían
todo el reposo y el orden
de una pequeña patria.

Cómo necesito
contarte qué miedo da la lluvia
en los cristales.
Hoy cae sobre mi casa
la noche oscura.

Las rocas negras
me atraen al naufragio.
Prisionero del canto,
inútil es mi esfuerzo,
¿quién puede guiarme al alba?

Junto a la mar tenía
una casa, un lento sueño.

Salvador Espriu

CEMENTIRI DE SINERA XXV

Salvador Espriu murió el 22 de febrero de 1985.

¿Mi corazón se ha dormido?

¿Mí corazón se ha dormido?
Colmenares de mis sueños,
¿ya no labráis? ¿Está seca
la noria del pensamiento,
los cangilones vacíos,
girando, de sombra llenos?

No; mi corazón no duerme.
Está despierto, despierto.
Ni duerme ni sueña; mira,
los claros ojos abiertos,
señas lejanas y escucha
a orillas del gran silencio.

Antonio Machado

Hoy se cumplen setenta años desde su muerte. Pero su corazón no duerme. La palabra es el arma para vencer a la muerte.

Nota: creo que esta última frase es de Vázquez Montalbán, pero ¿a que parece mía?

lunes, 16 de febrero de 2009

Madrigal



Por tus ojos verdes yo me perdería,
sirena de aquellas que Ulises, sagaz,
amaba y temía.
Por tus ojos verdes yo me perdería.

Por tus ojos verdes en lo que, fugaz,
brillar suele, a veces, la melancolía;
por tus ojos verdes tan llenos de paz,
misteriosos como la esperanza mía;
por tus ojos verdes, conjuro eficaz,
yo me salvaría.


Amado Nervo (Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo)

jueves, 12 de febrero de 2009

La pura verdad

La pura verdad

Si ustedes lo permiten,
prefiero seguir viviendo.

Después de todo y de pensarlo bien, no tengo
motivos para quejarme o protestar:

siempre he vivido en la gloria: nada
importante me ha faltado.

Es cierto que nunca quise imposibles; enamorado
de las cosas de este mundo con inconsciencia y dolor
y miedo y apremio.

Muy de cerca he conocido la imperdonable alegría; tuve
sueños espantosos y buenos amores, ligeros y culpables.

Me averguenza verme cubierto de pretensiones; una gallina torpe,
melancólica, débil, poco interesante,

un abanico de plumas que el viento desprecia,
caminito que el tiempo ha borrado.

Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin
darme cuenta, voy iniciando
una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a
cualquiera o aburrir de golpe.

Mis errores han sido olvidados definitivamente; mi
memoria ha muerto y se queja
con otros dioses varados en el sueño y los malos sentimientos.

El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme,
pero lo he derrotado
para siempre; sé que futuro y memoria se vengarán algun día.
Pasaré desapercibido, con falsa humildad, como la
Cenicienta, aunque algunos

me recuerden con cariño o descubran mi zapatito
y también vayan muriendo.

No descarto la posibilidad
de la fama y del dinero; las bajas pasiones y la inclemencia.

La crueldad no me asusta y siempre viví deslumbrado
por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta.

Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud
y en mi destino y en la buena suerte:

sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido
y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra desidia.

Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra;
compartir este calor, esta fatalidad que quieta no
sirve y se corrompe.

Puedo hablar y escuchar la luz
y el color de la piel amada y enemiga y cercana.

Tocar el sueño y la impureza,
nacer con cada temblor gastado en la huida

Tropiezos heridos de muerte;
esperanza y dolor y cansancio y ganas.

Estar hablando, sostener
esta victoria, este puño; saludar, despedirme

Sin jactancias puedo decir
que la vida es lo mejor que conozco.

Francisco (Paco) Urondo [Del otro lado]

miércoles, 11 de febrero de 2009

Declaración jurada

Declaración jurada

¿Qué pretendo yo con mi poesía? Bueno, es tan fácil macanear en este tipo de declaraciones ¿no? O esquematizar. O decir una cosa por otra. O desembuchar las ideas que uno tiene sobre estética, o sobre política, o sobre la filosofía del arte en general...Pero me parece que sin querer se me escapó algo que es cierto. La poesía sirve para no macanear. Eso es. La poesía y el cuento me sirven a mí para no macanear. De eso estoy seguro. Para ser auténtico, humildemente, trabajosamente auténtico. Contar como veo, como siento algunas cosas, tratar de que alguien las vea y las sienta igual que yo. Sin pretender enseñar, ni adoctrinar, ni contrabandear ideas. Y para eso tengo simplemente que hablar con mi propia voz. Cosa bastante difícil como lo sabe cualquiera que ande metido en este asunto. Pero una vez conseguido eso, una vez que a fuerza de un largo trabajo de búsqueda, de desprendimiento, de humildad, qué sé yo, uno cree haber encontrado, en el fondo del alma o de las tripas, esa voz, los conceptos "bueno" o "malo", "poema" o "no poema" pierden totalmente vigencia. Se habla de un modo verdadero o se macanea. Y se macanea cuando, vaya a saber por qué, no se puede encontrar la propia voz.
Cuando me veo obligado a escribir un artículo, o un ensayo, o esto que estoy tecleando ahora por ejemplo, tengo siempre la fulera sensación de que estoy macaneando. De que podría afirmar todo lo contrario de lo que digo con la misma compostura y la misma sinceridad. En la poesía y en el cuento eso no me pasa. Sé que hay una única forma para decir una única verdad. Y que lo demás es una pelea con las palabras hasta encontrarla.

Humberto Costantini

martes, 10 de febrero de 2009

Palabras cuasi polisémicas

No soy culpable declaro
del suicidio de Romate
pues con su pistola, ¡claro!
me dijo: yo me disparo,
y le grité:
¡disparate!


viernes, 6 de febrero de 2009

El hombre caimán


Voy a empezar mi relato
con alegría y con afán
Por el río Magdalena
se volvió un hombre caimán

Se va el caimán,
se va el caimán,
se va para Barranquilla

Lo que come este caimán,
yo le tengo admiración,
come queso y come pan
con refrescos de limón.


Se va el caimán,
se va el caimán,
se va para Barranquilla.

Fragmento de El hombre caimán (1941)

Compuesta porJosé María Peñaranda (1907-2006). Nació y murió en Barranquilla, Colombia.

Murió un 6 de febrero, a los 98 años.