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domingo, 30 de noviembre de 2008

La rama


LA RAMA

Canta en la punta del pino
un pájaro detenido,
trémulo, sobre su trino.

Se yergue, flecha, en la rama,
se desvanece entre alas
y en música se derrama.

El pájaro es una astilla
que canta y se quema viva
en una nota amarilla.

Alzo los ojos: no hay nada.
Silencio sobre la rama,
sobre la rama quebrada


Octavio Paz (1914-1998) poeta mejicano. Recibió el nobel en 1990. 
 

jueves, 27 de noviembre de 2008

Diez años sin gloria

El 27 de noviembre se cumplen diez años de la muerte de Gloria Fuertes. Es frecuente que se catalogue a Gloria Fuertes como autora de literatura infantil, siendo así que es considerable su dimensión como poeta (no me gusta la palabra poetisa).

NIÑOS DE SOMALIA

Yo como
Tú comes
El come
Nosotros comemos
Vosotros coméis
¡Ellos no!

(De Mujer de verso en pecho, Madrid: Cátedra, 1996).



http://www.gloriafuertes.org/biografia.htm

domingo, 23 de noviembre de 2008

Buen día, tortuguita


Buen día , tortuguita,
periquito del agua
que al balcón diminuto de tu concha
estás siempre asomada
con la triste expresión de una viejita
que está mascando el agua
y que tomando el sol se queda medio
dormida en la ventana..."

Aquiles Nazoa.

Dedicatoria: A Pedrito.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Dedicatoria de un libro



Cuando yo digo el nombre de María,
que para mí es la voz del agua clara,
es como si a los campos me asomara
con la mano de un niño entre la mía.

Porque su nombre es campo en lejanía
con mastranteros de fragante vara
y ella en las manos lleva y en la cara
los olores suavísimos del día.

Así pues fue el amor, sencillamente,
quien su nombre inscribió sobre mi frente
con cinco letras de melancolía.
(Así pues fue el amor, sencillamente).

Y no es mi voz sino el amor quien canta
como espiga sonora en mi garganta
cuando yo digo el nombre de María.
(Cuando yo digo el nombre de María).

(Aquiles Nazoa - Horacio Salinas)

viernes, 21 de noviembre de 2008

Salmo de la rosa verdadera


Eres la rosa tú, la verdadera,
aunque la verdadera rosa es rosa,
Mas la rosa sin ti rosa no fuera
Sino otra flor cualquiera, menos rosa.

¿Vas a negar que eres la rosa, Rosa?
No importa; pues la rosa verdadera
Dice que entre las dos tú eres la rosa
Y que ella es una rosa de chivera.

¿En qué quedamos, pues?¿Quién es la rosa?
Por juez al corazón poner quisiera,
pero mi corazón también es rosa.
De modo que es posible que me muera.

De modo que es posible que me muera
sin que me digan, entre rosa y rosa
quién diablos es la rosa verdadera. 


Aquiles Nazoa - Marcelo Coulón


(una de las tres canciones escritas por Aquiles Nazoa)

jueves, 20 de noviembre de 2008

El general Franco en los infiernos


Hoy se cumplen treinta y tres años de la muerte (según la fecha oficial) del sanguinario dictador Francisco Franco.

El general Franco en los infiernos.

Desventurado, ni el fuego ni el vinagre caliente
en un nido de brujas volcánicas, ni el hielo devorante,
ni la tortuga pútrida que ladrando y llorando con voz de mujer muerta
te escarbe la barriga.
buscando una sortija nupcial y un juguete de niño degollado,
serán para ti una puerta oscura,
arrasada.

En efecto.
De infierno a infierno, ¿qué hay?
En el aullido de tus legiones, en la santa leche
de las madres de España, en la leche y los senos pisoteados
por los caminos, hay una aldea más, un silencio más una puerta rota.

Aquí estás. Triste párpado, estiércol
de siniestras gallinas de sepulcro, pesado esputo, cifra
de traición que la sangre no borra. Quién, quién eres,
oh miserable hoja de sal, oh perro de la tierra,
oh mal nacida palidez de sombra.

Retrocede la llama sin ceniza,
la sed salina del infierno, los círculos del dolor palidecen.

Maldito, que sólo lo humano
te persiga, que dentro del absoluto fuego de las cosas,
no te consumas, que no te pierdas
en la escala del tiempo, y que no te taladre el vidrio ardiendo ni la feroz espuma.

Solo, solo, para las lágrimas
todas reunidas, para una eternidad de manos muertas
y ojos podridos, solo en una cueva
de tu infierno, comiendo silenciosa pus y sangre
por una eternidad maldita y sola.

No mereces dormir
aunque sea clavados de alfileres los ojos: debes estar
despierto, general, despierto eternamente
entre la podredumbre de las recién paridas,
ametralladas en Otoño. Todas, todos los tristes niños
descuartizados,
tiesos, están colgados, esperando en tu infierno
ese día de fiesta fría: tu llegada.

Niños negros por la explosión,
trozos rojos de seso, corredores
de dulces intestinos, te esperan todos, todos, en la misma actitud
de atravesar la calle, de patear la pelota,
de tragar una fruta, de sonreír o nacer.

Sonreír. Hay sonrisas
ya demolidas por la sangre
que esperan con dispersos dientes exterminados
y máscaras de confusa materia, rostros huecos
de pólvora perpetua, y los fantasmas
sin nombre, los oscuros
escondidos, los que nunca salieron
de su cama de escombros. Todos te esperan
para pasar la noche.
Llenan los corredores como algas corrompidas.

Son nuestros, fueron nuestra
carne, nuestra salud, nuestra
paz de herrerías, nuestro océano
de aire y pulmones. A través de ellos
las secas tierras florecían. Ahora, más allá de la tierra,
hechos substancia
destruida, materia asesinada, harina muerta,
te esperan en tu infierno.

Como el agudo espanto o el dolor se consumen,
ni espanto ni dolor te aguardan. Solo y maldito seas,
solo y despierto seas entre todos los muertos,
y que la sangre caiga en ti como la lluvia,
y que un agonizante río de ojos cortados
te resbale y recorra mirándote sin término.

Pablo Neruda
España en el corazón.
1936-1937.


Lluvias


Lluvias

Han llegado las lluvias. Muchos recuerdos gratos
vienen a mi memoria cuando empieza a llover:
mis tardes en la escuela, mis primeros zapatos,
mis primeros amigos, los que no he vuelto a ver…

¿Serán ellos ahora como estos mentecatos
que en mojarse no encuentran el más leve placer
y huyendo de la lluvia, como si fueran gatos,
con las primeras gotas echaron a correr?

Yo mismo, que en mis tiempos de escolar no sabía
de contento más grande ni mayor alegría
que salir, en el cinto las alpargatas rotas,

a vadear las corrientes, chapoteando en el barro,
hoy soy un caballero que le teme al catarro…
Definitivamente somos unos idiotas.

Aquiles Nazoa

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Mi madre en un pueblito de recuerdos


Mi madre vive en un pueblito de recuerdos; yo algunos domingos me subo en el elefante del Libro Mantilla para ir a visitarla.

Allí vive mi madre entre las cuentas de colores que con los años se le han ido cayendo como hermosas gotas de sangre de su corazón.

Allí está ella pensativa, allí está ella muy joven y elegantemente triste, a tono su tristeza con la melancolía de la hora en que atardece en su pueblito de recuerdos.

Yo que amé siempre la tarde, pienso que a la envejecida luz de esa hora mi madre es el alma misma de la tarde; y cuando en esa actitud la he encontrado, me vuelvo de puntillas y llego a casa contando que en el pueblito de recuerdos donde vive mi madre, la tarde permaneció hoy largo rato con la mano en la mejilla.

Allí, como entre vestigios de jardín, vive mi madre entre sus últimos ovillos de sedalina, entre los irisados témpanos de cristal de la lámpara que nunca se compuso, junto a la cruz de palma bendita que en otros años poníamos en el patio dentro de un plato de agua cuando había tormenta.

Hay algo allí de primavera archivada, serán las flores secas que también hay, o bien aquella mota que aunque ya sin polvera conserva su ampulosidad de bailarina que ha engordado; en todo caso será de tanto vivir entre esas cosas por lo que la mirada de mi madre es lejanamente dulce y vagamente apagada, como sería si uno pudiera verlo, el nostálgico aroma de las galletitas Palmer´s.

A veces mi madre y yo nos vamos pueblo adentro, oyendo bajo nuestras pisadas el crujir de oro de las hojas secas, nos vamos a lo largo de ese territorio de oro, a veces ella y yo nos vamos, mirando yo caer las hojas secas que a lo largo de años y años de vivir en su pueblito de recuerdos, se la han ido desprendiendo de su anticuado vestido de flores a mi madre.

Vamos en un tranvía bajo la lluvia; pasajeros los dos de un puente que ella le dijo a papá que parecía un barco, mi madre quiere que nos detengamos donde está el vendedor de granizado para que yo me coma las estrellas. Ahora me sube a su hombro para que yo contemple por primera vez un río. Pero el fulgor de sus cabellos me resultó más fascinante, pues como era ya la noche y era marzo, y apareció la luna bajísima e inmensa, yo por la primera vez vi el mar, ¡lo vi dormido de mi madre en los líquidos cabellos!

Ahora llegamos al momento en que yo no he nacido. Ahora mi madre está tendida sobre el mundo, y el amor la agasaja de perfumes como a la tierra un río de duraznos; dócil, pluvial, arbórea, taza de leche enamorada, está ahora tendida allí mi madre, cuna de flores el dulce cuenco de su vientre, para tornear – suavísima alfarera – la sustancia de siglos que cantando la nombra en la palabra de mi padre.

Madre, pequeña fábrica de amor, mansa esposa del Tiempo, milagro de tu carne fue darles forma humana a las tinieblas y recoger la noche en tus entrañas para levantarla como una espiga hacia la aurora.

Yo lo sé, yo lo sé, porque mis ojos, yo lo sé, no han conocido estrellas más suntuosas, ni mañana más claras, ni flores más augustas ni en fin nubes, como las que aprendí desde tu cuerpo a mirar a través de tu mirada.

Aquiles Nazoa

Agradecimiento: Adela (Venezuela)

martes, 18 de noviembre de 2008

La historia de un caballo que era bien bonito


Yo conocí un caballo que se alimentaba de jardines.

Todos estábamos muy contentos con esa costumbre del caballo; y el caballo también porque como se alimentaba de jardines, cuando uno le miraba los ojos las cosas se veían de todos los colores en los ojos del caballo.

Al caballo también le gustaba mirarlo a uno con sus ojos de colores, y lo mejor del asunto es que con los ojos de ese caballo que comía jardines se veían todas las cosas que el caballo veía, pero claro que más bonitas, porque se veían como si tuvieran siete años. Yo a veces esperaba que el caballo estuviera viendo para donde estaba mi escuela. El entendía la cosa y miraba para allá, y entonces mi hermana Elba y yo nos íbamos para la escuela a través de los ojos del caballo.

¡Qué caballo tan agradable!

A nosotros cuando más nos gustaba verlos era aquellos domingos por la mañana que estaban tocando la retreta y ese caballo de colores llegaba por ahi vistiéndose de alfombra por todas partes que pasaba.

Yo creo que ese caballo era muy cariñoso. Ese caballo tenía cara de que le hubiera gustado darle un paseíto a uno, pero quién se iba a montar en aquel pueblo en un caballo como ese, pues a la gente de ahí le daba pena; ahí nadie tenía ropa aparente.

Como sería de bonito ese caballo que con ese caballo se alzó Miranda contra el gobierno porque se inspiró en el tricolor de sus labios y en el rubio de sus ojos.

Ese caballo si se veía bonito cuando estaban tocando ahí esa retreta y el Señor Presidente de la Sociedad de Jardineros lo traía para que se desayunara en la plaza pública.

Qué caballo tan considerado. Ese caballo podía estar muy hambriento, pero cuando los jardineros lo traían para que se comiera la plaza, él sabia que en el pueblo había mucha gente necesitada de todo lo que alli le servían, y no se comía sino a los músicos.

Y los músicos encantados. Como el caballo estaba lleno de flores por dentro, ellos ahí se sentían inspirados y se la pasaban tocando música dentro del caballo.

Bueno, y como el caballo se alimentaba de jardines y tenía todos los colores de las flores que se comía, la gente que pasaba por ahí y lo veía esperando que los jardineros le echaran su comida decían: míreme ese caballo tan bonito que está ahí espantándose las mariposas con el rabo.

Como sería de bonito ese caballo que con ese caballo se alzó Miranda contra el gobierno porque se inspiró en el tricolor de sus labios y en el rubio de sus ojos.

Y el caballo sabía que decían todo eso, y se quedaba ahí quietecito sin moverse para que también dijeran que aquel caballo era demasiado bonito para vivir en un pueblo tan feo, y unos doctores que pasaron lo que dijeron es que lo que parecía ese caballo es que estaba pintado en el pueblo.

¡Así era de bonito ese caballo!

Todo el mundo era muy cariñoso con ese caballo tan bonito, y más las señoras y señoritas del pueblo, que estaban muy contentas con aquel caballo que se alimentaba de jardines. ¿No ve que como consecuencia de aquella alimentación lo que el caballo echaba por el culito eran rosas?

Así, cuando las damas querían adornar su casa o poner un matrimonio, no tenían más que salir al medio de la calle y recoger algunas de las magníficas rosas con que el caballo le devolvía sus jardines al pueblo.

Una vez en ese pueblo se declaró la guerra mundial, y viendo un general el hermoso caballo que comía jardines, se montó en él y se lo llevó para esa guerra mundial que había ahí, diciéndole: mira caballo, déjate de jardines y de maricadas de esas y ponte al servicio de tal y cual cosa, que yo voy a defender los principios y tal, y las instituciones y tal, y el legado de yo no se quien, y bueno, caballo, todas esas lavativas que tu sabes que uno defiende.

Apenas llegaron ahí a la guerra mundial, otro general que defendía el patrimonio y otras cosas así, le tiró un tiro al general que estaba de este lado de la alcabala, y al que mató fue al caballo que se alimentaba de jardines, que cayo a tierra echando una gran cantidad de pájaros por la herida porque el general lo había herido en el corazón.

La guerra por fin tuvo que terminarse porque si no hubiera quedado a quien venderle el campo de batalla.

Después que terminó la guerra, en ese punto que cayó muerto el caballo que comía jardines, la tierra se cubrió de flores.

Una vez venía de regreso para su pueblo uno que no tenía nombre y estaba muy solo y había ido a recorrer mundo buscando novia porque se sentía bastante triste, ¿no ve que le mataron hasta el perro con eso de la defensa de los principios y tal?, y no había encontrado novia alguna porque era muy pobre y no tenia ninguna gracia.

Al ver ese reguero de flores que había ahí donde había muerto el caballo que comía jardines, el hombre cogió una de su gusto y se la puso en el pecho. Cuando llegó al pueblo encontró a su paso una muchacha que al verlo con su flor en el pecho, dijo para ella misma: que joven tan delicado que se pone en el pecho esa flor tan bonita. Hay cosas bonitas que son tristes también, como esa flor que se puso en el pecho ese joven que viene ahí. Ese debe ser una persona muy decente y a lo mejor es un poeta.

Lo que ella estaba diciendo dentro de ella con ese asunto, el hombre no lo escuchó con el oído, sino como lo oyó fue con esa flor que tenía en el pecho.
Eso no es gracia; cualquiera pude oír cosas por medio de una flor que se ha puesto en el pecho. La cuestión es que uno sea un hombre bueno y que reconozca que no hay mayores diferencias entre una flor colocada en el pecho de un hombre y la herida de que se muere inocentemente en el campo un pobre caballo.

Qué iba a hacer, le regaló a aquella bonita muchacha la única cosa que había tenido en su vida, le regaló a la muchacha aquella flor que le servía a uno para oír cosas: ¿quién con un regalo tan bueno no enamora inmediatamente a una muchacha?

El día que se casaron, como el papá de ella era un señor muy rico porque tenía una venta de raspado, le regaló como veinticinco tablas viejas, dos ruedas de carreta y una moneda de oro.

Con las veinticinco tablas el hombre de la flor se fabricó una carreta y a la carreta le pintó un caballo, y con la moneda de oro compro una cesta de flores y se las dio de comer al caballo que pinto en la carreta, y ese fue el origen de un cuento que creo haber contado y que empezaba 
"Yo conocí un caballo que se alimentaba de jardines".


Aquiles Nazoa 

Agradecimientos: Adela y Miguel.

Imagen: Caballo azul, por Franz Marc, 1911

También se puede escuchar en YouTube.

sábado, 15 de noviembre de 2008

Poema autobiográfico

En la voz del propio Aquiles Nazoa, este bello poema autobiográfico:







Agradecimientos: a Alicia, de quien recibí un enlace original en una carambola a tres bandas.   


viernes, 14 de noviembre de 2008

Año lejanísimo


En el año ya lejanísimo
Mil novecientos treinta y dos,
Cuando en las últimas pianolas
Rodaba aún el charlestón
Y en las pantallas fulguraba
La mirada de Clara Bow,
Y mi hermana tenía un novio
Que había estado en Nueva Cork
Y yo tenía doce años
Y era un muchacho soñador
Y me bastaba verlo a él
Con su flagrante traje sport
-saco a rayas, gorra a cuadros,
Pantalón a lo Harold Lloyd-,
Y oí narrar sus aventuras
De fogonero
En un vapor
Y lavaplatos en Maniatan
Y bailarín de un music hall;
En esa época que digo
-¡era en el año treinta y dos!-
Ah me bastaba sólo eso
-¡yo era el tonto que aún soy!-
Para subirme a mis ensueños
Como quien sube a un ascensor.
Desde entonces ando en el mundo
Como anduviera Dreamy-Boy,
Viviendo en sueños la aventura
Que la vida nunca me dio.
Visto harapos de vagabundo,
Mi equipaje es mi corazón,
Viajo en los trenes de noche,
No tengo un diez para un hot dog,
Pero mastico mi esperanza
Como quien masca un chewing-gum
Y si me mata la tristeza
Echo una estrella en el juke box.
Nadie me espera, como nadie
Cuando salí me dijo adiós.
De dónde vengo no me importa
Como tampoco a dónde voy.
Cierto que soy un muerto de hambre,
Un vagabundo, un polizón,
Con el sombrero agujereado
Y los zapatos sin cordón,
Pero quién niega que soy libre,
Que soy tan libre como Ford
Y que a mis pies tengo la tierra
Como un magnífico balón
Para jugar al football-rugby
Y así olvidar de que soy:
De que soy un hombre sin casa,
Un hombre paria, un Dream-Boy,
Un John Smith desamparado
De quien se ha olvidado el amor,
Un prisionero de ciudades
Que a sí mismo se encadenó
Y que se arrastra por los trenes
De una prisión a otra prisión.
Y aquí está América a mis pies
Como un magnífico balón;
Puedo jugar con ella al rugby
O,si prefieren, al béisbol.
Un Rockefeller es el pitcher
Y un Rockefeller es el coach.
Pero juguemos a otra cosa,
Poruqe soy mal jugador,
Y lo que quiero con América
Es encontrarle el corazón.
Por hallárselo ando rodando de la Florida a Nueva Cork.
En Alcatraz viví cien años,
Tuve una novia en Oregón,
En Carolina fui John Brown
Y en Alabama fui Jim Crow;
En Chicago fui caletero
Y en Amalfi morí de amor;
Fui bailarín en Nueva Orleáns
Allá en el año treinta y dos,
Y ahora en un tren de madrea
Voy de Pittsburg a Nueva Cork
Con la esperanza ya perdida
De descubrir en cuál rincón
Dejó la América de Lincoln
Olvidando su coirazón.
¿Qué contaré cuando regrese
A aquel mundo del treinta y dos
Cuando bastaba que mi amigo
Me saludara: -Hello boy-
Para que yo, muchacho tonto
Hiciera igual que Dream Boy
Y me subiera a mis ensueños
Como quien sube a un ascensor,
Para llegar a un mundo mágico
En donde estaba Nueva York
Ah, Marilyn, tu cruel América
Tu desdichada gran nación
Te ha destrozado entre sus manos
Como un paquete de pop corn.
Y allí estás, pálida manzana
Bajo tu luna de neón.

Aquiles Nazoa

jueves, 13 de noviembre de 2008

La fábula de la sopa de piedra

Pues resulta que tenemos en Wikipedia una entrada en la que se considera la fábula de la sopa de piedra, el significado más universalmente aceptado (a veces se encuentran otras interpretaciones que le hacen perder encanto), y algunas referencias interesantes.

La versión en inglés contiene más información.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Credo

REZO EL CREDO

Creo en Pablo Picasso, Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra;
creo en Charlie Chaplin, hijo de las violetas y de los ratones,
que fue crucificado, muerto y sepultado por el tiempo,
pero que cada día resucita en el corazón de los hombres,
creo en el amor y en el arte como vías hacia el disfrute de la vida perdurable,
creo en el amolador que vive de fabricar estrellas de oro con su rueda maravillosa,
creo en la cualidad aérea del ser humano,
configurada en el recuerdo de Isadora Duncan abatiéndose
como una purísima paloma herida bajo el cielo del mediterráneo;
creo en las monedas de chocolate que atesoro secretamente
debajo de la almohada de mi niñez;
creo en la fábula de Orfeo, creo en el sortilegio de la música,
yo que en las horas de mi angustia vi al conjuro de la Pavana de Fauré,
salir liberada y radiante de la dulce Eurídice del infierno de mi alma,
creo en Rainer María Rilke héroe de la lucha del hombre por la belleza,
que sacrificó su vida por el acto de cortar una rosa para una mujer,
creo en las flores que brotaron del cadáver adolescente de Ofelia,
creo en el llanto silencioso de Aquiles frente al mar;
creo en un barco esbelto y distantísimo
que salió hace un siglo al encuentro de la aurora;
su capitán Lord Byron, al cinto la espada de los arcángeles,
junto a sus sienes un resplandor de estrellas,
creo en el perro de Ulises,
en el gato risueño de Alicia en el país de las maravillas,
en el loro de Robinson Crusoe,
creo en los ratoncitos que tiraron del coche de la Cenicienta,
el beralfiro el caballo de Rolando,
y en las abejas que laboran en su colmena dentro del corazón de Martín Tinajero,
creo en la amistad como el invento más bello del hombre,
creo en los poderes creadores del pueblo,
creo en la poesía y en fin,
creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama..

Aquiles Nazoa
Poeta venezolano
1920 -- 1976

Este poema nos trae a la memoria el titulado Oración, de Gloria Fuertes, ya presentado en este blog. 

martes, 11 de noviembre de 2008

Al amigo luminoso

Escucho tu campanario,

del otro lado del mar,

y vuelve el tiempo

de los vuelos...


Alina