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lunes, 7 de julio de 2008

Kadish por un zapato roto (1)

Entre los testimonios del Museo del Holocausto, en Jerusalén,
puede verse un pequeño zapato -recogido en un campo de
concentración- que debió pertenecer a un niño de 6 ó 7 años



Desde este lado te contemplo.
En tu inocencia, pequeñito náufrago,
el horror y la muerte me hacen señas.
¿Quién te calzó? ¿Dónde, tu hermano roto?
Todavía en las grietas de tu cuero
las costras del escarnio, las partículas
del humo y el hollín del crematorio.
Fuiste un niño, dabas leves pasos
por la vida quizás hayas pisado
la blandura del césped en los parques,
la rayuela que lleva al Paraíso.
Hasta que un día sostuviste
el temblor de unas piernas esmirriadas,
las de aquel niño frente al ojo oscuro
de un arma y el aullido del soldado.
Luego el vagón, el hambre, los hedores,
las ropas con el número y la estrella,
la servidumbre menos oprobiosa
que la desamparada soledad
con los piojos por únicos parientes.
Ahora estás allí, breve memoria
de una atroz pesadilla. Te contemplo
lejos del tiempo y de las lágrimas,
en tu inocencia, náufrago.
Y quisiera ponerme de rodillas
y pedirte perdón por estar vivo,
porque en unos instantes saldré al mundo
del sol y de los árboles, y acaso
encuentre a un niño en mi camino,
un niño rubio y sonriente,
con los zapatos nuevos.



Antonio Requeni


(1) Oración judía de duelo

Nota: Cuando elegí este poema para el blog,
no había visto aún la entrada de Pneuma.
¿Qué extraña razón nos hizo coincidir hoy
en la congoja que causa el sufrimiento
de los niños, imaginado por el hielo del alma humana,
que no tiene perdón?

4 comentarios:

ikiru dijo...

Alina, es escalofirante y conmovedor a la vez.

Pneuma dijo...

Este poema, que ciertamente es más oración, es, que yo recuerde, la pieza que de un modo más hondo haya conmovido mis entrañas. Me ha impresionado también como obra maestra literaria. Contiene las palabras precisas y en la medida exacta. No sobra ninguna, ninguna falta y cada una está en su lugar justo. Y es sublime ese modo de elevarse desde un objeto tan cotidiano --pero por eso testigo seguro de una memoria que señalará siempre a la humanidad como el dedo bíblico a Caín--- a la breve briografía de una promesa de vida tan absurdamente truncada. El final no puede estar mejor resuelto.

Este poema no deberia faltar en ninguna escuela. Y debería estar presente, enmarcado y con letras grandes, en todas las cancillerías del mundo.

Una de los sentimientos más abrumadores es tener que abochornarse por ser humano, pero muchos malnacidos nos siguen dando motivos.

Pneuma dijo...

Requeni estudió durante su infancia en España ¿no es así?. ¿Por qué regresó a Argentina? ¿Nuestra guerra civil, quizá?

Alina M dijo...

Efectivamente, Requeni vivió algún tiempo en España. No encontré más información que esa. Ni fechas del lapso, ni causas de la partida.
Tengo un libro con sus poemas, pero la información biográfica es mínima.
Seguiré indagando...