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domingo, 8 de junio de 2008

No sabía lo de Haroldo, pero

Desde que lo supe

la noche es un pozo ancho de espuma ciega,
bajo un horizonte frío la luna oculta
su palidez de anciana y una tos de tisis
y al otro lado del mundo, desconsolado,
bebiendo ceniza para asfixiar el llanto,
el sol surca el día esclavo de su sendero.

Atraviesan mis insomnios insectos rotos:
charreteras, botonaduras y galones
son la baba del miedo, el pus para la muerte.
En sórdidas celdas hace el terror sus nidos
y en ellas pone sus huevos y se alimenta.
Estatuas con sotana y ojos de madera
flanquean las sendas que llevan a la nada.

Naciste en Chacabuco y estás en ningún sitio.
Escupo a la maldad porque vuela tan raso,
tiene infectas las uñas y cubierto el rostro.
Maldigo a quienes secaron la calma fuente
de las palabras que manaban de tu pluma.
Trombas de lágrimas anegan mi garganta
y el llanto me reclama, hermano suspirante.


P. Crespo

A la memoria de Haroldo Conti.

2 comentarios:

Alina M dijo...

Tú, Pedro, estás creciendo.

ikiru dijo...

Es verdad, es lo que tiene salir de la adolescencia.