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sábado, 24 de mayo de 2008

Giordano Bruno, In Memoriam

La pasada semana se publicó en la prensa que el director de La Specola ---el Observatorio Astronómico Vaticano---, el jesuíta argentino José Gabriel Funes, había afirmado que creer en Dios es compatible con la existencia de seres en otros mundos. Se citaban sus palabras dichas en el curso de una entrevista publicada en L'Osservatore Romano:

"Aun si no tenemos por el momento pruebas, no se puede excluir la hipótesis de que existan otros planetas habitados [...] Así como existe una multitud de criaturas sobre la Tierra, puede que haya otros seres, igualmente inteligentes, creados por Dios."

Según el parecer de Funes, proseguía la noticia, se puede hablar de "hermanos extraterrestres" del mismo modo que San Francisco de Asís llamaba "hermanos" a todos los entes terrestres.

Se decía asimismo que esta declaración tenía el "Nihil obstat" del propio Papa, Benedicto XVI.

Puesto que estamos en el siglo XXI, esta noticia debería haberme resultado natural además de esperable. No obstante produjo en mí una gran irritación, porque me trajo a la memoria un detalle de los procesos de petición de perdón por parte de la Iglesia católica, como parte de la preparación del Jubileo del año 2000, a personas, comunidades e instituciones que habían sufrido en el pasado persecución y condena por parte de las autoridades de dicha Iglesia. Se pidió entonces perdón a Galileo y a la comunidad científica, por haber negado en su día la validez de los nuevos descubrimientos astronómicos. El detalle al que me refiero, y que en su momento me produjo especial dolor, es que declaró explícitamente que se excluía del perdón a Giordano Bruno, al que la Inquisición había ordenado quemar vivo. Con esa declaración la Iglesia, por boca de Juan Pablo II, afirmaba aprobar el horrible tormento y la muerte infligidos al mencionado pensador. El tiempo había avanzado cuatrocientos años, pero la Iglesia católica seguía anclada en el año 1600.

Recordé que, al conocer esa declaración, unos amigos que publicaban una revista de astronomía me pidieron que escribiera unas palabras al respecto, glosando la figura de Bruno. Aunque estas palabras tienen, como se comprende por lo dicho, un enfoque pensado para aficionados a la astronomía, incluyo aquí el texto referido, porque fue Bruno justamente uno de los primeros, si no el primero, en exponer y justificar de modo razonable la posibilidad de la existencia de seres en mundos exteriores al nuestro.

Joseph Ratzinger, el actual papa Benedicto XVI, era entonces (desde 1981, año en que fue nombrado por Juan Pablo II, prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, que es el nombre que ha tomado la antigua Inquisición. Es muy posible que la no inclusión de Bruno en la petición de perdón se deba a la iniciativa del entonces cardenal Ratzinger, que en muchos aspectos era el consejero de Juan Pablo II. De hecho, el cardenal Ratzinger fue el principal inductor de la disolución del movimiento de los sacerdotes de latinoamérica conocido como Teología de la Liberación, producto de la toma de conciencia por parte de los sacerdotes católicos "de campo" ante el panorama de pobreza e injusticia que se mantenía desde siglos con la total indiferencia por parte de la Iglesia Católica, siempre partidaria de la opción de la limosna en lugar de abogar por la justicia social, y en todas partes y desde siempre solidaria con los estamentos del poder. Primero se "silenció" al teólogo franciscano brasileño Leonardo Boff, uno de los fundadores y probablemente el principal representante en ese momento de la doctrina de la liberación; más tarde se recurrió al expeditivo método de trasladar a países en otros continentes a todos los sacerdotes alineados con dicha doctrina.

La razón por la que la Iglesia Católica ha negado hasta ahora la posibilidad de vida inteligente en otros mundos se basa en la peregrina aseveración de que Jesús se encarnó una vez por todas y que la encarnación es un evento único e irrepetible, postura que sigue afirmando el propio Funes, aunque dice estar seguro de que esos eventuales seres también gozarían de la misericordia de Dios. La idea de la encarnación fue muy probablemente importada por el cristianismo a partir del hinduísmo. Muchas de las variantes del hinduísmo, en efecto, como puedan ser el Vaihnavismo y el Saivismo, predican que Dios se hace presente en ocasiones en la Tierra en la figura de un ser humano, con el fin de ayudar a los seres humanos en su lucha hacia la iluminación espiritual y la salvación (moksha). Tal encarnación es lo que se llama avatar, y se corresponde bien con la creencia cristiana de Dios en la Tierra bajo la forma de Jesús, con la diferencia de que para la cristiandad ese proceso tiene lugar una sola vez.

En el Ramayana se describe la vida de Rama, una de las más famosas encarnaciones hinduistas. El Mahabarata traza la vida de Krishna, del cual el Bagadav Gita (una de las escrituras de mayor importancia en el hinduismo) contiene las enseñanzas espirituales.

Pero Krishna no se contempla como una única encarnación, sino como fuente de todas las encarnaciones. Así, el mismo Krishna dice (Bagavad Gita, IV 7-8)

Siempre que la virtud declina
y aumenta la injusticia
me convierto en cuerpo;
En toda edad regreso
Para entregar lo sagrado,
Para destruir el pecado de los pecadores
Para establecer la rectitud.

Otras religiones, como son el judaísmo rabínico y el islamismo, rechazan este concepto de la encarnación, que tan difícilmente convive con el carácter monoteísta de dichas creencias.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Pneuma, no hay que echarles cuenta. Los programas de religión y predicadores ocupan las mismas cadenas de TV que las echadoras de cartas.

Me remito a la letra de la última canción de Zanguango titulada "brujas":

"...no se encuentra en ningún libro sagrado
con su cómica sarta de historietas
ni hay palabra de príncipe mitrado
que revele la mínima evidencia...
...todo escrito está en el Universo
podemos leer en él
la misma constitución de la materia."

JD