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viernes, 25 de enero de 2008

Soneto XIII




A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado! ¡Oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!


Garcilaso de la Vega


La pintura es de María Carrera.




1 comentario:

Anónimo dijo...

Es un soneto hermoso y me encanta este relato personalmente. y la foto de la nina con la muneca de madera es preciosa, y me toco lo de es bueno saber que hay alguien ahi! :D